¿Bailando con lobos? No, yo bailo con mi gato gigante

Hoy os cuento un sueñecito que tuve ayer por la noche. Resulta que yo tenía un gato (otro gato que no es mi gata real). Era en principio, un gato normal y corriente, muy cariñoso. En cierto momento del sueño, se empinaba apoyando sus patitas delanteras en mis piernas. Sin embargo, enseguida vi que el gato era bastante más grande que un gato habitual, de modo que sus patitas quedaban apoyadas en mis hombros y su cabeza, aunque más pequeña, quedaba a la misma altura que la mía. Así que aproveché lo mimoso que estaba el gato, que me miraba tiernamente con los ojitos entornados y una leve sonrisa, para bailar con él, algún baile de salón, un bolero, creo.


Ha sido un sueño muy bonito, muy agradable, que recuerdo con cariño. El gato era un amor. No recuerdo qué tipo de gato era, me suena un gato rojo con manchas blancas, o alguna mezcla similar. Me he sentido como Haru en el reino de los gatos, The cats returns, en inglés o Kaze ni Naru en japonés. De hecho estoy escuchando la banda sonora mientras escribo este post para estar bien inspirada. Os la dejo aquí para despedirnos con buen sabor de boca.



Comentarios

  1. A lo mejor era un gato de esos gigantes que se llaman Maine coon. Cómo molaría tener uno y bailar con el, en invierno se te tumbaria encima y sería cómo un calefactor gatuno.

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