Homenaje a Oblivion, de Piazzolla

Oblivion es como una caricia triste.
Un ambiente gris de guerra,
desolación que envuelve esta escena de ternura:
Una madre acariciando a su criatura
ofreciéndole su protección y cuidado,
su amor.
Se convierten así en las protagonistas de las escena
creando un halo de belleza que ilumina todo lo que hay en derredor.

La desolación cobra la belleza de 
las casas destartaladas de Azorín,
pues el arte es capaz de hacer que
belleza y tristeza
se cojan de la mano y caminen juntas

Así, una canción triste, un oleo desesperanzador,
una acuarela empapada de dolor y una escultura que parece
caerse a trozos, 
pueden llenar el corazón humano
de una belleza sin fin, 
belleza del día a día.


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