Los juguetes y otras pequeñas cosas

Hoy nos damos un paseo por un paraíso de juguetes y pequeños objetos que llenan de belleza nuestras vidas, aquellos que dieron un toque de ternura a nuestra niñez y siguen aportando un ambiente pintoresco en nuestros dormitorios.

Pequeños bebés hada aumentaban nuestro apetito de ir a la cama. En otras ocasiones también eran querubines.


 Carruseles que nos llevaban con sus giros y giros a un mundo de imaginación...


...con tejados que nos recordaban a la carpa del circo...


...y caballos que aseguraban nuestro viaje.


Muñecas que por la noche podían dar algo de miedo, pero que por el día nos gustaba contemplar mientras escuchábamos su melodía, que duraba hasta que la cuerda se acababa.


Manualidades de papel maché que hacíamos en nuestro ratos de aburrimiento. 


Gatos que no maullaban, ni arañaban, ni nos hacían bufidos, y que a veces eran huchas.


Matrioskas de esas tan encantadoras que aún hoy nos gusta abrir y encajar.


Pequeños conejos de tela que rellenábamos de algodón como se rellena un pavo en una buena cena navideña.


La familia oso, con sus extraños miembros.


Y la familia jirafa, igual de peculiar.


El típico conejo.


Cachorros de suave cabello.


Muñecas de estética ochentera que aportaban un aire retro.


Niños...


...de suma inocencia.


Renos que se aburrían de estar con Papá Noel y se mudaban con nosotros (para comer todos los días leche y galletas)


Animales acuáticos de cristal de colores, con ojos negros en relieve, que solían pender de alambres.


Útiles de laboratorio con los que nos convertíamos en grandes científicos.


 Puzzles,  puzzles de madera de colores, de esa madera tan agradable con la que se hacían tan hermosos juguetes, como trenes y pequeños autos.


Peluches que hacían las veces de almohada cuando mamá no estaba mirando.


Monos que alimentaban nuestras ganas de trepar por los árboles y de comer plátanos.


Campanas de metal, oxidadas y que se tintaban de azul y verde con el tiempo.


Cuentos que leíamos en las calurosas tardes de verano, con las moscas volando alrededor, esperando ir pronto a la playa.


Botes de cristal que encerraban tesoros en su interior.


Otras figuritas talladas en madera.


Y bichos de esparto y tejidos bastos que daban un aspecto bucólico y primaveral a cualquier rincón.



Abre el baúl de los recuerdos y anímate a recordar, a revivir olores. Nunca sabes lo que te puedes encontrar.

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