Los segundos platos existen por algo

Ser el segundo plato de alguien es perfectamente natural y comprensible. Difícil es ser el primer plato de todas las personas que conocemos y sería muy limitante tener amistad sólo con aquellos que piensan en nosotros antes que en cualquier otro. A veces nos apetece mucho salir en compañía a dar un paseo. Llamamos a nuestro amigo favorito y no puede pero, antes de resignarnos a quedarnos en casa, llamamos al segundo plato y no creo que haya nada malo en eso. Los segundos platos también pueden ser deliciosos. Si queremos que nos coman puede ser mejor dejar que nos elijan cuando quieran, a que nos traguen forzados y provoquemos indigestión. Quizá en algunas ocasiones concretas sí seamos el primer plato para ellos. Y aunque fuéramos el postre ¿Quién tiene la suficiente fuerza de voluntad como para negar un dulce y sabroso postre?


Comentarios

Entradas populares de este blog

Soñando con una especie de Trinidad

Sueño con un clon de Michelle Feiffer y su hija (del clon) impertinente